Antes de adentrarnos en el titulo de este pequeño artículo, vamos a ahondar en el término interdisciplinar, el cual ha sufrido un fuerte avance en los últimos años. El término que parece haberse puesto “de moda”, se empezó a dar con más fuerza en el arte, pero se ha trasladado a otros ámbitos como los currículos educativos, e incluso se ha llegado a coquetear con él en campos como el empresarial y el científico.
Pero, ¿qué es interdisciplinariedad?. Pues bien, la interdisciplinariedad supone la existencia de un grupo de ramas del saber relacionadas entre sí, las cuales poseen vínculos previamente establecidos que evitan que se desarrollen acciones de forma aislada, dispersa o segmentada. Diremos que es por tanto, la habilidad para combinar varias ramas de conocimiento, es decir, para interconectarlas y ampliar de este modo las ventajas que cada una ofrece, tanto en la aplicación de la teoría en la práctica, como en la integración de varias disciplinas en un mismo trabajo. Gracias a la interdisciplinariedad, los objetos de estudio son abordados de modo integral y se promueve el desarrollo de nuevos enfoques metodológicos para la resolución de problemas.
Llevándonos esta definición al arte, podemos decir que, el término performance posee en cierta medida carácter interdisciplinar. El carácter interdisciplinar de algo puede venir dado porque bien el procedimiento de creación o el resultado aglutine a más de una rama del conocimiento.
En la Historia del Arte, tenemos ejemplos de artistas que hablan de la influencia de otras disciplinas para sus procesos de creación o como resultado de sus obras. Así, la obra de arte total de Wagner, no era nada más y nada menos que la suma de distintas disciplinas artísticas, otro ejemplo sería cuando vemos las creaciones del escenógrafo Robert Wilson con el compositor Philip Glass y la coreógrafa Lucinda Child, o la compañía inglesa DV8 Theatre. No podemos tampoco dejar de echar la mirada a la Ópera, la cual podría considerarse una forma de arte interdisciplinar, o a menos una precursora, cuando los intelectuales de Florencia en el siglo XVI imaginaban esa reconstrucción del teatro grecorromano, generando una nueva forma artística.
Pues bien, ya puestos en situación, podemos llevarnos la interdisciplinariedad a la música, y especificando aún más, a los centros donde se imparten enseñanzas musicales.
Una visión personal consideraría interesante, la incorporación de la interdisciplinariedad en la docencia, no solo a la hora de impartir ciertas asignaturas, sino también como proceso creativo. En España nos encontramos con que las escuelas de Bellas Artes, Conservatorios de Danza y de Música, Escuelas de Arte Dramático, etc., se encuentran separadas en su mayoría. Los estudiantes se hacen “super especialistas” en su disciplina, pero desconocen el trabajo o los procedimientos de otras. Así un músico tendrá muy en cuenta el sonido, la ejecución del instrumento, pero es posible que descuide la puesta en escena. Es enriquecedor conocer conceptos y formas de ejecución de otros artistas, y además es bueno utilizar lo aprendido en su propia disciplina.
Una forma de empezar en música, sería incorporando los conciertos interdisciplinares o las audiciones interdisciplinares. Lo cierto, es que ya hay escuelas que se han puesto a ello, y por lo menos una vez al año hacen un concierto o audición temática que lleva por nombre, por ejemplo: La Sinestesia, y en dicha actuación se incorporan varias artes. Los alumnos conocen obras nuevas, no solo musicales, sino también plásticas o literarias, el público asiste a un concierto donde recibe distintos tipos de feedback a los cuales no está acostumbrado dentro de un recital de música y también puede enriquecerse culturalmente.
Silvia Nogales Barrios (Concertista de Guitarra y especialista en creación de recitales interdisciplinarios) www.silvianogales.com